La importancia de cuidar la salud mental materna

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Este año se celebraron en la misma semana Salud Mental Materna (3 de mayo) y el Día de la Madre (primer domingo de mayo). 

Y es una casualidad que, a quien trabaja con y para esta etapa esencial que viven millones de mujeres en el mundo cada día, nos parece quizás más una causalidad. 

Hace unos meses que, tras años de trabajo y de publicaciones diversas sobre diferentes temas relacionados más o menos directamente con la salud mental perinatal por parte de sus equipos de trabajo, la OMS (Organización Mundial de la Salud) sacó a la luz a Guía para la integración de la salud mental perinatal en los servicios de salud materno-infantil (https://www.who.int/publications/i/item/9789240057142). 

La publicación realizada en septiembre de 2022 los abrió los ojos a un panorama que parte de la sociedad quizás intuíamos, pero que es en realidad muy preocupante. Los datos recogidos por la OMS reflejan una incidencia de dificultades en la salud mental de las madres que ronda el 20% y, aunque gran parte de esas mujeres tienen dificultades que requieren una atención leve, hablamos de mujeres que están en pleno proceso de crianza, en el cual la identificación emocional maternofilial está en pleno auge. Es decir, que hablamos de esa mujer, pero también de su bebé, de su familia más próxima, de su círculo social más próximo. E incluso de sus siguientes maternidades si las tuviera, y de su relación con la maternidad en general.

La OMS en su Guía recoge un repertorio de síntomas variados entre los que se encuentran: 

• Sentimiento de tristeza mantenido. 

• Dificultades para disfrutar del que les rodea. 

• Problemas de concentración. 

• Sobrepreocupación.

• Baja energía y desmotivación. 

• Desajustes de sueño (excesiva somnolencia o insomnio) o de alimentación (ingesta excesiva o muy escasa)

• Sentimientos de culpabilidad y desánimo. 

• Ansiedad porque algo malo suceda. 

• Dificultades en la toma de decisiones cotidianas. 

La maternidad supone para las mujeres, en mayor o menor medida, un cambio en su identidad personal, física, social, familiar y mismo laboral. Una crisis absoluta, entendiendo crisis como situación en la que se produce un profundo cambio que trae una serie de consecuencias importantes, según la intensidad que sienta de esa crisis. Se trata, además, de un proceso dinámico, que mantiene a la madre en constante cambio la escucha de su nueva realidad y de la evolución y necesidades del bebé que está de camino o llegó ya más allá de la piel. 

El proceso de la maternidad tiene un componente biológico, claro, pero en él y en su transcurso entra también una gran parte social, cultural, asistencial… es decir, el ambiente es determinante en el riesgo que pueden tener las mujeres de llegar a sufrir dificultades de salud mental en la maternidad. 

La OMS recoge también en su Guía estos posibles indicios de riesgo para la salud maternal, reflejando, por ejemplo: el embarazo adolescente, experiencias de parto previas negativas, escasas oportunidades educativas, nutrición deficiente, problemas físicos de salud, escaso apoyo social, violencia de género, embarazos no deseados o consumo de sustancias tóxicas. 

Todos ellos son factores de riesgo que pueden promover una experiencia maternal compleja a nivel físico o mental sobre los que una buena atención perinatal y la creación de programas no solo de apoyo, sino de prevención pueden tener una incidencia positiva.

La promoción de una atención perinatal respetuosa y que escuche las necesidades y deseos de cada mujer es fundamental para ofrecer un apoyo maternal que permita que las propias embarazadas y madres tomen decisiones propias y se empoderen en su proceso de maternidad.

También la creación de programas de formación, orientación laboral, educación para la maternidad y los cuidados del bebé, la prevención de la violencia de género o la detección precoz de la dificultades de salud mental son básicos en este objetivo de construir sistemas de cuidados a la maternidad que sean más efectivos y positivos a corto y largo plazo. Y, por supuesto, el apoyo al desarrollo de las propias habilidades maternales y de vida en general de las mujeres, así como la generación de espacios de encuentros entre madres y/o familias que permitan que se genere de modo natural una red de apoyo social entre personas que viven situaciones similares, tanto en embarazo, posparto o crianza. 

Este enfoque lo conocimos bien y lo construimos cada día desde la Fundación Meniños, dentro del Programa de Atención Perinatal a Mujeres en Risco de Vulnerabilidad Social, que se coordina con equipos de trabajo social, sanitario y diversos agentes de apoyo en el ámbito laboral, educativo y habitacional desde hace años.

Creemos en este tipo de trabajo por y para la maternidad. Se trata de prestar una atención y un cuidado, que permitan prevenir y, en su caso lograr, una detección precoz que, a su vez permita una intervención temprana que ayude la esa madre para recuperar esa importante parte de su salud. 

Se trata de cambiar cosas, de mejorar la atención a la maternidad, la escucha de las necesidades reales, de poner en valor la experiencia maternal que siente cada una de las mujeres que pasa por esta vivencia. 

Hemos dar un giro en las estrategias de asistencia maternal para fomentar el apoyo y la prevención como prioridades. Para que ser madre no signifique tener un 20% de posibilidades de que se produzca sufrimiento en nuestra salud mental. 

Porque sin la salud mental no hay salud. Y sin maternidad no hay futuro. Hemos cuidar la salud de madre y bebé de forma integral. Por la crianza y madre, y por la sociedad.

Equipo del Programa “Atención perinatal a mujeres en situación de vulnerabilidad social
Fundación Meniños

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