En la era de las redes sociales, compartir momentos de la crianza se ha vuelto habitual. El término sharenting —fusión de share (compartir) y parenting (crianza)— define precisamente esa práctica: publicar imágenes o información sobre nuestros hijos e hijas en plataformas digitales. Aunque puede parecer inofensivo, plantea un debate profundo sobre la privacidad, la autonomía infantil y los riesgos que esta exposición conlleva.
Entre el orgullo y la protección
Algunas familias comparten fotos de sus hijas e hijos en redes públicas, intentando mantener un equilibrio entre el recuerdo y la privacidad. A medida que los niños y niñas crecen, algunos padres y madres les preguntan si están de acuerdo con lo que se publica, intentando respetar su opinión y su voluntad.
En el otro extremo hay padres y madres que deciden no exponer a sus hijos e hijas. Consideran que deben ser ellos y ellas quien, en el futuro, decidan qué imagen quieren proyectar y qué huella digital desean dejar.
Se alarman ante los peligros que existen; uso no autorizado de imágenes, acoso, grooming o incluso el robo de identidad y deciden no publicar nada en absoluto.
Una conversación necesaria también dentro de la familia
Este dilema se extiende más allá de los padres y madres. Muchas veces, los abuelos y abuelas u otros familiares comparten fotos sin ser plenamente conscientes de los riesgos. Es necesario ampliar esta conversación a todo el entorno.
Riesgos reales y marco legal
Según expertos legales, el sharenting puede facilitar la creación de perfiles de menores, revelar rutinas mediante geolocalización o ser utilizado para fines ilícitos como el phishing o los deepfakes.
En España se están dando pasos para legislar de forma más clara sobre este fenómeno, especialmente ante el aumento de conflictos por publicaciones no consensuadas o solicitudes de jóvenes que quieren eliminar contenido compartido en su infancia.
¿Por qué seguimos compartiendo?
Existen múltiples motivos; la necesidad de validación, el deseo de mostrar una imagen idealizada de la familia o la convicción de que “nada malo va a pasar”. Sin embargo, esta exposición puede afectar negativamente a las niñas y niños, generando vergüenza, desconfianza o problemas de autoestima. En casos más delicados, como la publicación de diagnósticos médicos, el impacto puede ser aún mayor.
¿Qué podemos hacer?
Desde Meniños creemos que es fundamental fomentar una crianza digital consciente, que ponga en el centro el derecho a la privacidad y al desarrollo integral de la infancia. Algunas recomendaciones básicas incluyen:
- Preguntar a los niños y niñas antes de publicar (si tienen edad suficiente).
- Evitar imágenes que muestren lugares habituales, rutinas o detalles sensibles.
- Configurar perfiles como privados y eliminar metadatos de las imágenes.
- Hablar con familiares y establecer acuerdos sobre lo que se puede o no compartir.
- Reflexionar sobre nuestras motivaciones al publicar: ¿realmente lo hacemos por ellos y ellas por nuestro interés?
El sharenting no es un fenómeno menor: es una cuestión de derechos. Y en un mundo cada vez más digitalizado, proteger la identidad y el futuro de la infancia también pasa por cuidar su imagen online.