Bienvenidos a mi querida familia disfuncional
El día de las familias no puede ni debe pasar desapercibido, no porque necesitemos un día para pensar en las familias, porque las familias nuestro día, cada día, pero sí porque este día nos permite mostrarlas al mundo, este día nos ofrece una oportunidad para valorar el papel de las familias y reflexionar sobre ellas como actores sociales, en los que siguen depositando multitud de responsabilidades y posiblemente poca ayuda para cumplirlas.
Nuestra voluntad este año difícil entre los difíciles es descargar, aliviar la carga, por lo menos la carga mental y emocional sobre las familias y abogar por visiones más interactivas y actualizadas que incorporen la responsabilidad social y los retos sociales actuales en la comprensión de las exigencias familiares. Por eso elegimos este provocador título y esta palabra que etiqueta con frecuencia a muchas de las familias con las que trabajamos en Meniños. Queremos darle a volta completa a las etiquetas, desterrarlas y mostrar las fortalezas que esconden.
Hablamos de FAMILIAS, no de familia, porque la diversidad, la heterogeneidad son sin duda características destacables y deseables en las familias. Las familias reflejan la flexibilidad del sistema y momento social en el que se desarrollan, el dinamismo y vitalidad de las sociedades cambiantes y la fuerza del movimiento imparable de los sistemas humanos. Cambian constantemente, sufren, crecen, se desorganizan y reorganizan con el ritmo constante e imparable de la evolución social.
La mirada sobre las familias puede revelar sus fragilidades y vulnerabilidades, pero también sus fortalezas y talentos. La flexibilidad y diversidad son cualidades magníficas que necesitan de nuestra mirada selectiva, de nuestro aprecio y cuidado, porque ellas serán palanca de cambio en la mejora del funcionamiento familiar para abordar los retos sociales que se le presentan.
La palabra DISFUNCIONALIDAD, tan recurrida para pretender describir y agrupar todo lo que no funciona, necesita también una revisión sosegada, para discriminar e desmigar todo lo que se esconde en ella, para apreciar que también revela muchas posibilidades. Normalmente lo que catalogamos como “disfuncional” es más bien algo “desacertado” para alcanzar posiblemente un fin legítimo, para intentar cubrir una necesidad lógica como familia. Posiblemente lo que ahora vemos como “disfuncional” ha sido “funcional” en otros momentos y seguramente dentro de esa etiqueta desafortunada se agrupan detalles, modos, formas, ansias, deseos y hechos que desagregadamente son acertados, positivos y funcionales.
No se trata de negar e ignorar las dificultades, sino de guiar la observación e integrar la responsabilidad social para la ponderación equilibrada de todos los elementos y su dinamismo, de cara a la aportación a las familias de la ayuda compensadora que necesitan para crecer como familia y poder ejercer su función social protectora y proveedora de cuidados. Hay una responsabilidad social compartida para ayudar a las familias a cumplir as sus responsabilidades y adaptarse a los retos sociales actuales.
Todas las familias podemos reconocernos en algún momento, en alguna de las “disfuncionalidades”. Los “desaciertos” son parte de nuestras historias vitales que se escriben con éxitos y con fracasos, aprender de los segundos y, sobre todo, tener la oportunidad de ser ayudadas, es la mejor garantía para una historia vital de crecimiento y superación.
Lo indispensable en una familia es la disponibilidad, la sensibilidad, el amor incondicional que componen a su esencia en su función de crianza.
¡Quién no podría decir “bienvenidos a mi querida familia disfuncional”!
Mónica Permuy
Directora General